Presentación
¿Por qué Escuela? ¿A qué nos comprometimos? ¿En qué sentido Escuela? ¿Cuál sería su orientación?
Es participar de una misma enseñanza, de la doctrina de un autor –Freud por supuesto-, del conjunto de caracteres que diferencian al discurso del psicoanalista en intensión y extensión; esto implica que el psicoanálisis sea un método peculiar de cada enseñante para enseñar en la misma medida en que el psicoanálisis como método exige que, como tal, se reinvente cada vez.
Una Escuela es Freudiana porque se atiene a las cuestiones doctrinarias establecidas por Freud. La fundamental: el psicoanálisis no puede ser más que profano.
En esta época de increíble proliferación de los gadgets que brinda la ciencia, el núcleo mismo de la efectividad del psicoanálisis radica en su carácter laico o profano: este es el sendero estrecho por el que transitamos –entre ciencia y religión- si queremos sostenernos en el lugar del síntoma.
“Profano” implica “no-profesional” y, por lo tanto “no-universitario”. Las escuelas de psicoanálisis no se inscriben en la universidad. Pero, tampoco se prohíben el diálogo con la universidad.
«La enseñanza del psicoanálisis no puede transmitirse de un sujeto al otro sino por las vías de una transferencia de trabajo», dice Lacan en Acta de Fundación de su Escuela.
¿Qué oficio es este del psicoanálisis?
¿Inventó Freud una nueva profesión? ¿Se trata de un nuevo lazo social?
La reserva de Freud con respecto a la lógica profesional aclara la tentativa y la tentación recurrente de los psicoanalistas de inscribir su práctica en una profesión ya existente (la medicina) o en vías de constitución (la psicoterapia) y de referirse, para la transmisión, a los compañeros del oficio.
Una de las razones de esta tentación proviene de la dificultad de sostener un lazo social en el que las categorías del oficio y de la profesión no son suficientes para responder.
¿Puede el estado autorizar a los analistas para ocupar su puesto?
Sabemos la respuesta de Lacan: el analista se autoriza sólo de sí mismo, esto es de su propio análisis.
Ni su analista, ni sus controles, ni sus pares, están en condiciones de autorizar el deseo del analista. Sólo las operaciones que en su análisis lo han habilitado como tal.
No es una habilitación técnica, ni tampoco teórica.
El psicoanálisis es una práctica subordinada por vocación a lo más particular del sujeto, y cuando Freud pone ahí el acento hasta el punto de decir que la teoría psicoanalítica debe volver a ponerse en tela de juicio en el análisis de cada caso, muestra suficientemente al analizante la vía de su formación.